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Del poder del reconocimiento al caos del modo supervivencia.

Del poder del reconocimiento al caos del modo supervivencia.

La esfericidad de la tierra, un concepto hoy tan básico, data de la filosofía griega antigua, alrededor del siglo VI a C, se mantuvo como especulación hasta el siglo III a C en que se estableció como dato físico, se fue adoptando gradualmente en el viejo mundo durante la antigüedad y la edad media y una de sus demostraciones prácticas no llegó hasta 1519-1523 por la expedición de circunnavegación del mundo de Magallanes y Elcano.1

La realidad es obstinada ¿cuánto tiempo cuesta que se acepten de forma mas o menos general los descubrimientos de la ciencia?

Parece lógico pensar que hoy en nuestro mundo hiperconectado y con un enorme acceso a la información las cosas son diferentes, quizás sea así con la tecnología más práctica, pero ¿en el mundo de los conceptos teóricos? ¿somos capaces de cambiar nuestras creencias de la mano de los avances científicos?

Estoy ahora leyendo un libro práctico de cómo entrenar físicamente mejory en las primeras páginas, los expertos en medicina deportiva cuentan lo difícil que es implementar los cambios, que se han demostrado en sus investigaciones desde hace mucho tiempo, en las rutinas de los deportistas.

Hace ya bastante que la neurociencia, sobre todo la rama que se dedica al aprendizaje y al desarrollo personal y profesional, nos habla del clima adecuado para que seamos capaces de aprender y trabajar, más motivados , más rápidamente y con resultados individuales y colectivos mucho más alentadores.

La neuroplasticidad nos hace capaces de modificar las conexiones de nuestras neuronas, creando circuitos nuevos, cambiando la estructura de nuestro cerebro frente a la experiencia y así aprendiendo. Para lograrlo es cierto que necesitamos una buena dosis de atención y esfuerzo3,

lo incierto es creer que esa atención se logra más mediante el miedo a un posible castigo, sea este del tipo que sea (un fracaso , un despido, un descenso de nuestro estatus personal, económico, social) o el miedo al incumplimiento de lo que según nuestra edad y condición, se considera que debemos hacer.

La utilización del miedo como motivador a la acción excelente, tan tradicionalmente extendido ,“la letra con sangre entra”, es uno de los escollos que tenemos que solventar para mejorar y está sutilmente impregnándolo todo en nuestras relaciones familiares y laborales y alimentando nuestros propios miedos en la relación con nosotros mismos.

Es, sin embargo, el reconocimiento el principal motivador para un cerebro que quiere crecer, aprender, cambiar adaptándose a la experiencia que le ha tocado vivir buscando alternativas más armónicas, satisfactorias y saludables.

El reconocimiento que surge de la observación atenta, respetuosa, interesada y valiente de las personas con las que nos relacionamos y de nosotros mismos. Y está muy distante del alago fácil que luego no se traduce en acciones en el mundo real.

En los equipos es necesario el reconocimiento efectivo del líder a su gente.

Es frecuente ver como personas que inician proyectos con ilusión, si no se ven reconocidas cada uno en su singularidad, entran en dinámicas de supervivencia en las que devalúan la necesidad de reconocimiento de sus compañeros criticando sagazmente las acciones que estos llevan a cabo para conseguirlo. Entran en conflicto estableciéndose alianzas y enemistades muy primarias y centradas en el yo. Al sentirnos en peligro, nuestra prioridad es sobrevivir.

El proyecto, los objetivos, el equipo pasan a un segundo plano al desenvolvernos en un clima que leemos como hostil.

Parece ir contra el sentido común ser incapaces de reconocer a la gente que nosotros mismos hemos elegido para el desempeño de una tarea o el desarrollo de un proyecto, muchas de las veces son ellos los que nos representan y tratan con nuestros clientes finales y nuestros proveedores. Esto es todavía mas grave si las tares a desempeñar son de responsabilidad.

Una situación especial se vive en las organizaciones públicas, donde frecuentemente no se puede elegir a los miembros del equipo, te vienen dados por oposiciones, traslados, méritos curriculares. Aquí los objetivos comunes, la visión de futuro compartida, deben de transcender a las propias personas, sin embargo, en mi experiencia no es algo que se trabaje habitualmente, por lo tanto el manejo del reconocimiento aporta aún más valor.

El liderazgo únicamente directivo, que trabaja centrado en el señalamiento de las debilidades, con la amenaza implícita o explicita como herramienta de obtención de cumplimiento por parte de los colaboradores, genera comportamientos egoicos, centrados en su supervivencia. Amenazados, son incapaces de conectarse con los circuitos mas superiores para obtener soluciones creativas, innovar, motivar, estimular. Para eso se necesita un clima de confianza de la organización y sus líderes con sus integrantes y de uno consigo mismo.

Ese liderazgo errático, centrado en la crítica, sin absorber la incertidumbre y sin reconocer eficazmente, genera comportamientos “terroristas” contra la propia organización o fugas (uno no puede estar mucho tiempo en el estrés del modo supervivencia) que no hacen más que alimentar la desconfianza del líder, vistos los resultados, a modo de profecía auto cumplida, en una suerte de maléfico círculo vicioso sin fin.

Se necesita valentía e invertir en tiempo para ser capaces de reconocer y reconocernos de forma atenta y respetuosa.

Es, a mi modo de ver, fundamental para poder romper con esos vicios organizativos cuyo destino es el fracaso de las personas y los proyectos.

O acaso ¿no crees que hay que ser valiente para pensar que la tierra es redonda si tu única experiencia es pisar?

  1.  Wikipedia.
  2. Los primeros 20 minutos.Gretchen Reynolds.
  3. El cerebro se cambia a si mismo Norman Dordge.